viernes, agosto 14, 2009

Página Teatral




PÁGINA TEATRAL
por Edmundo Farolán


En esta página, publicamos fragmentos de obras teatrales de cuatro dramaturgos filipinos: José Rizal, Claro M. Recto, Francisco Liongson, y Antonio M. Abad. Seguimos aumentando, poco a poco, más dramaturgos y sus obras en esta página.


El Consejo de los Dioses (fragmento)
por José Rizal


(José Rizal nació en Calamba el 19 de junio de 1861, y cursó estudios en el Ateneo Municipal de Manila donde obtuvo su Bachillerato en Artes en 1877. Ganó varios premios en certámenes escolares, promovidos por el Liceo Artístico de Manila, por sus obras dramáticas Junto al Pasig y El Consejo de los dioses, y su poema A la juventud filipina. En Madrid obtuvo la Licenciatura en Filosofía y Letras así como el título de Doctor en Medicina. Publicó en alemania su primera novela Noli me tangere en 1887, y cuatro años más tarde, en Bélgica, su segunda novela, El filibusterismo. En España, fue uno de los más conceptuosos colaboradores de la revista La solidaridad. Este héroe nacional filipino fue fusilado el 30 de diciembre de 1896.

El Consejo de Los Dioses fue escrita por Rizal en 1880 cuando apenas tenía 19 años, en conmemoración del aniversario de Miguel Cervantes, y ganó el único premio en el concurso Liceo Artístico Literario de Manila.)


ACTO ÚNICO

JUPITER, sentado en el trono de oro y piedras preciosas y, llevando en la mano el cetro de ciprés, tiene a sus pies el águila, cuyo plumaje de acero refleja mil diversos colores; los rayos, sus terribles armas, yacen en el suelo. A su derecha está su esposa, la celosa JUNO, con refulgente diadema y el vanidoso pavo real. A su izquierda, la sabia PALAS (Minerva), hija y consejera, adornada de su casco y terrible égida, ciñendo el verde olivo y sosteniendo gallardamente su pesada lanza. Formando severo contraste está Saturno acurrucado y mirando desde lejos tan hermoso grupo. En gracioso desorden hallase la hermosa VENUS, recostada en un lecho de rosas, coronada de oloroso mirto, y acariciando al AMOR; el divino APOLO, que pulsa blandamente su lira de oro y nácar y jugando con las ocho MUSAS, mientras MARTE, BELONA, ALCIDES, y MOMO cierran aquel círculo escogido. Detrás de JUPITER y JUNO se hallan HEBE y GANIMEDES. Hacia el lado derecho de JUPITER se halla la JUSTICIA, sentada en su trono, teniendo en las manos sus atributos.

Escena I

Los dioses y las diosas y las ocho musas mencionados. Llegan la musa TREPSICORE primeramente, y después las NINFAS, las NAYADES y las ONDINAS, bailando y esparciendo flores al son de las liras de APOLO y de ERATO, y de la flauta de EUTERPE. Después de la danza, todos se colocan a ambos lados del escenario.

Escena II

(Dichos y MERCURIO)

MERCURIO: He cumplido ya tus mandatos, soberano Padre; Neptuno y su corte no pueden venir, pues temen perder el imperio de los mares, a causa del actual arrojo de los hombres; Vulcano aun no ha terminado los rayos que le encargaste para armar al Olimpo, y los está concluyendo; en cuanto a Plutón...

JUPITER (interrumpiendo a Mercurio): ¡Basta! Tampoco los necesito. Hebe, tú, Ganimedes, repartid el néctar para que beban los inmortales. (Mientras Hebe y Ganimedes llevan su cometido, llegan Baco y Sileno, éste a pie y aquél montado en una burra con el tirso en la mano y verdes pámpanos en las sienes, cantando:)

El que vivir desea

Y divertirse,

Abandone a Minerva;

Mis viñas cuide...

MINERVA (en alta voz): ¡Silencio! ¿No ves que el poderoso Jupiter ha de hablar?

SILENO: ¿Y qué? ¿Se ha enfadado el vencedor de los Titanes? Los dioses toman el néctar: por consiguiente, puede cualquiera expresar su alegría de la manera como le plazca; pero ya veo que mi discípulo te ha ofendido y tomas por pretexto...

MOMO (con voz socarrona): Defiéndele, Sileno, por que no digan que tus discípulos son unos impertinentes.

MINERVA trata de replicar, pero JUPITER la contiene con un gesto. Entonces manifiesta MINERVA su desprecio con una sonrisa tan desdeñosa, que altera la delicada severidad de sus hermosos labios. Después de tomar todos los dioses de la inmortal bebida, comiensa a hablar.)

JUPITER: Hubo un tiempo, excelsos dioses, en que los soberbios hijos de la Tierra pretendieron escalar el Olimpo y arrebatarme el imperio, acumulando montes sobre montes; y lo hubieran conseguido, sin duda alguna, si vuestros brazos y mis terribles rayos no los hubieran precipitado al Tártaro, sepultando a los otros en las entrañas de la ardiente Etna. Tan fausto acontecimiento deseo celebrar con la pompa de los inmortales, hoy que la Tierra, siguiendo su eterna carrera, ha vuelto a ocupar el mismo punto en su órbita, donde giraba entonces. Así que yo, el soberano de los dioses, quiero que comience la fiesta con un certamen literario. Tengo una soberbia trompa guerrera, una lira, y una corona de laurel esmeradamente fabricadas: la trompa es de un metal que, que sólo Vulcano conoce, más precioso que el oro y nácar, labrada también por el mismo Vulcano; pero sus cuerdas, obra de las musas, no conocen rivales; y la corona, tejida por las Gracias, del mejor laurel que crece en mis jardines inmortales, brilla más que todas la de los reyes de la Tierra. Las tres valen igualmente, y el que haya cultivado mejor las letras y las virtudes, ése será el dueño de tan magníficas alhajas. Presentadme, pues, vosotros, el mortal que juzgáis digno de merecerlas.


LA RUTA DE DAMASCO (fragmento)
Por Claro Mayo Recto


(Claro M. Recto nació en Tiaong, Quezon, el 8 de febrero de 1890. Estudió en el antiguo Ateneo Municipal de Manila donde recibió su Bachiller en Artes en 1909. Ingresó después en la Universidad de Santo Tomás donde terminó sus estudios en Derecho en 1913. Publicó su única publicación de versos, Bajo los cocoteros, en 1911. Escribió dos obras teatreales: Solo entre las sombras y La ruta de Damasco. Recto fue my activo en la esfera política, y sirvió como Senador, Presidente del Tribunal Supremo, y Director de la Academia Filipina de la Lengua. Su ensayo político, Monroismo Asiático, causó mucha controversia porque atacaba la política imperialista norteamericana. Falleció en Roma el 2 de octubre de 1960 cuando estaba por ver realizado su sueño dorado de visitar y hablar al pueblo español, cuya lengua dominaba con máxima maestría. Víctima de un atque cardiaco, sus últimas palabras, que reflejaban su nacionalismo furibundo, fueron: "¡Qué terrible es morir lejos del terruño!"


ACTO UNICO

Saloncillo de modesta apariencia arreglada con artística sencillez. Puertas laterales y en el fondo. Bustos de filipinos ilustres y paisajes nativos tipifican el cuadro. En el centro, un veladorcito de mármol y algunas sillas. Sobre el veladorcito, libros, periódicos y una caja abierta de tabacos. Varias estanterías de libros completan el modesto mobiliario. Es una clara mañana de abril.

Escena I

Al levantarse el telón, Loling estará ocupada en aventar el polvo de los muebles con un plumero, y Mercedes pondrá en arreglo los libros esparcidos en desorden. A poco aparecerá Señora Tomasa, por la derecha.

MERCEDES (a su madre): Ya son las ocho y no viene tía Irene. ¿No dijiste que vendrá?

TOMASA: Estará aún roncando en la cama, lujo que sólo pueden permitirse las gentes de calidad, a quienes no reza aquello de "a quien madruga…"

LOLING: ¿A quiénes más se ha invitado?

MERCEDES: A nadie. Si es una fiestecita íntima. Quizás vengan los "chicos" de "La Integridad".

TOMASA: La gente más charlatana y fastidiosa.

LOLING: Pero mamá, ¿qué mal te han hecho?

MERCEDES: También le tendremos a Don Florencio. Le invitó Antonio.

LOLING: Es un caballero muy simpático que sabe dar amenidad a la conversación con sus agudezas y chistes de buena ley.

MERCEDES: Como buen español. Es uno de los más íntimos de Antonio.

TOMASA: Y de los más decentes. ¿Recordáis aquel diputadillo que solía venir aquí para que le publicase Antonio sus discursos?

MERCEDES: Ah, sí, ¿te refieres a Don Fermín, mamá? ¿Aquél que, según nos ha contado Antonio, presentó una vez no sé que "bill", recabando del gobierno una medida enérgica para impedir el paso de los tifones por las provincias del Norte?

TOMASA: El mismo, el de la minoría, por más señas.

LOLING: ¿De edad?

MERCEDES: No, mujer. De la minoría…conservadora.

LOLING: Tenía todo el aspecto inexpresivo de un sietemesino. Era tan cándido e inocente en sus modales. Hasta su hablar era balbuciente.

TOMASA: Bien, pero aquel infeliz tiene mejor suerte que muchos que por ahí se las echan de cultos, patriotas, directores de la opinión, y otras lindezas por el estilo.

LOLING: Tendrás razón, mamá. Pero francamente, no puedo envidiarle. (Aparte) ¡Vaya un tipo! (Pausa) Voy un momento al jardín. (Mutis por el fondo.)

Escena II

(Dichas menos Loling)

TOMASA: ¿Qué piensas de esa niña? ¿No crees que está enamorada?

MERCEDES: ¿De quién?

TOMASA: De cualquiera,de ese Makaraig, por ejemplo.

MERCEDES: No lo sé. Y aunque lo esté, es difícil averiguarlo. La chica es reservada.

TOMASA: Me dice el corazón que esos dos jóvenes se entienden perfectamente. Loling es de carácter idealista, como tú y como vuestro padre, y no será extraño que el otro le haya embaucado con sus majaderías literarias. Pronto hará un año que ese joven viene aquí para darla lecciones de literatura, y la oportunidad ha sido grande. No sé cómo no he advertido a tiempo el peligro de esas entrevistas.


EL PASADO QUE VUELVE (fragmento)
por Francisco Liongson


(Francisco Liongson nació en Bacolor, Pampanga y cursó sus estudios en San Juan de Letrán en Manila. Fundo el Círculo Escénico, y sirvió como uno de sus primeros directores de escena. En 1947, ingresó como Miembro de número en la Academia Filipina. Sus obras teatrales más conocidas son: El único cliente, Mi mujer es candidata, ¿Es usted anti o pro? Juan de la Cruz, Las joyas de Simoun, Colaboradora, La farsa de hoy día.

El Pasado que vuelve es su obra más seria, y en ella, Liongson atreve a adaptar en forma dramatica las novelas de José Rizal, Noli me tangere, y El filibusterismo donde los personajes de Rizal, Tasio y Capitán Tiago, sobresalen en esta obra.)


REPARTO (e intérpretes)

CLARA Naty Narciso
CLARA (40 años después) Dolores H. de Ordoveza
CHAYONG Celia Canseco de Lichauco
CONCHA Loreta S. de Arambulo
GABINA Conchita Torres
PILAR Carmen Tuason
RITA Rosita J. de Guerrero
ANGOY Anita Galan
LUISA Teresita Martinez
TASIO EL FILOSOFO Manuel Bernabe
ELIAS Antonio Serrano
SERVANDO Antonio G. Llamas
SANTIAGO Jose Roxas
MARCELO German Quiles
EDUARDO Lamberto V. Avellana
PRUDENCIO Francisco Zamora
PERICO Rafael Hidalgo
ANTONIO Jose Lumba
EDUARDITO Carolino Wantz
SOLDADO PRIMERO Jose M. Lichauco
SOLDADO SEGUNDO Jose Lumba
UNA VOZ QUE CANTA Antonio Garcia Llamas

Dalagas y bagontaos del pueblo. Soldados del Katipunan.

Accion del primero, segundo y tercer actos: ano 1896, en provincias.

Accion del epilogo: en nuestros dias, en Manila.

PRÓLOGO

Con el telón de boca bajado, se presenta ante el proscenio Tasio, el loco o el filosofo, de “barong tagalog”, pantalón negro, chinelas, y “baston-palasan”.

TASIO: (Con paso tardo y vacilante, hasta llegar al centro de la escena).

Damas y caballeros: Perdonad que un vejestorio de mis tiempos se presente ante vosotros esta noche; disimulad el que una momia de la antiguedad, seca y acastronada por los años, se atreva a ofender con su presencia este concurso tan brillante.

Aunque los de mi tiempo me llamaban Tasio, el loco o el filósofo, vosotros os daréis mejor cuenta que mis contemporaneos creían de que los locos tienen corduras que los cuerdos no pueden comprender del mismo modo que los cuerdos tienen locuras que los locos no entienden.

En verdad, os digo que me siento muy molesto, muy violento y muy extrano, y como perdido en un bosque en noche oscura, al hallarme en este lugar y en esta ocasión que no son ni mi ambiente ni mi época; y hubiera agradecido al autor de este disparate, que me hubiese dejado en paz y tranquilo en la fosa de quietud y olvido a que todos los seres están destinados. Pero tales fueron su insistencia y porfía, que, no obstante hallarme ya en la otra orilla, de la que a nadie se le ha ocurrido volver, acabo por seducirme la idea de poder cometer la mayor locura de todas mis locuras: asomarme a este mundo y saludar esta noche a mis paisanos, a mis hermanos, aunque bien sabía que no me reconocerían ni yo a ellos, no porque yo haya cambiado, sino porque vosotros os habéis transformado y desfigurado.

Sé que hoy la vida es tan vertiginosa y absorbente, que no os da lugar ni tiempo de volver la cara hacia el pasado, ni a deteneros en vuestra marcha para dialogar con seres idos o para comparar tiempos pretéritos a estos días del cine y de la radio. Sé que un filósofo sería hoy día el mayor anacronismo en vuestro ambiente, porque hoy no se filosofa, se calcula; no se hace el amor, se hacen números; no se muere por la patria, se vive de ella; no se aprende a rezar, sino a bailar.

Más, no obstante, me infunde valor y me dé energías para estar con vosotros breves instantes, el pensar que en toda comunidad no faltan locos, ni entre los locos deja de haber cuerdos. Cordura o locura, lo que voy diciendo, cada cual lo interprete a su modo; si desequilibrada es mi pobre hechura, pondría en equilibrio vosotros los cuerdos, y si cordura es lo que voy diciendo, cúrense de su locura los que estén locos.

Yo pertenezco a otras épocas y a otros tiempos; soy del pasado y no del presente, y como tal, sólo os puedo hablar de lo inmutable, de lo que pervive al correr de los siglos; de lo que no le es dado a la Humanidad, con toda su nigromancia y sus inventos, torcerle el camino o quitarle su esencia, mientras en lo ancho del planeta palpite un corazón y aliente un alma. Os hablaré del amor, aunque sea impropio que a mis años trate de este asunto, que es más para poetas que filósofos, y más para jóvenes que viejos. Pero no crean ustedes que un joven sabe de achaques de amor mejor que un viejo, ni que vosotros los modernos sepáis amar mejor que los antiguos. Sobre asunto tan bello y peregrino, mucho tenéis que aprender del pasado los que hoy presumís tanto de progresivos. Pues si la humanidad hoy día se siente orgullosa de sus inventos, que la permiten volar sobre altas cumbres, desafiado a las nubes y al firmamento; descender hasta el fondo de los mares jugando al escondite entre madreperlas y corales; si la sed de poder y señoría la quita el sueño, y el brillo del oro la vislumbra, y la embriaguez del mando la vuelve loco, yo la compadezco; porque olvidada de sí mismo, entre el vértigo infernal de sus pasiones, va perdiendo el corazón día tras día.

Por eso ya no se invoca a la amada a la luz de la luna, ni se cantan versos al pie de su ventana, ni se guardan como reliquias sagradas una flor de "ylang-ylang" resecada o un collar de niveas sampaguitas: hoy llaman a todo eso, cursilería. Hoy a la dama se la cita al cine para estar a oscuras, o a un sarao de esos cuyo primer numero consiste en beberse varias copas de "cocktail", para empezar perdiendo la cabeza, ya que del corazón nadie se acuerda. ¡Y esto llaman hoy día elegancia! Ya no se ven en una azotea, donde los enamorados hagan estremecer a "las florecitas rojas del cabello de ángel"; hoy se hace el amor bailando, y a golpes de "jazz band" se conquista a la amada. Ya no se va de excursión en unas bancas que se deslizan perezosas sobre las aguas quietas del viejo Pasig, mientras un galán susurra al oido de una dalaga una frase de amor que la enajena; hoy se dan los paseos en automóvil, a sesenta millas por hora, y si la niña no cede a las insinuaciones del galán, se la tira por la borda del coche dejándola con la cabeza desnucada. Hoy nadie muere de amor, sino de hastío. Ya no existe la divina Maria Clara, que se acoje a los muros de un convento en oblación de amor por su Ibarra; hoy se bebe una dosis de lysol para liquidar vicios ocultos, vegonzosas culpas, extravios del alma...

De política no me atrevo a hablaros, porque de eso no entiendo nada, pues soy de aquella época en que no se conocía lo que es un diputado o un secretario. Os contaré, sí, un cuento de amor; cuento de juventud, de vida y de muerte, para que los ya viejos aquí presentes, en el breve paréntesis de esta velada, al mágico conjuro de sus recuerdos, puedan volver a vivir sus años mozos, desarrugar el corazón marchito, refrescar el alma, vivir el pasado; y estos jóvenes que ahora me escuchan, contrasten la diferencia que existe en cómo eran ayer a como son hoy estos asuntos del humano querer.

El cuento va a empezar: si no os aburre, seguid su relato; si os fatiga o hastía, dejadlo. Y perdonad a un viejo loco una locura mas en su extravio....

(Las luces de la bateria iran oscureciendo, hasta dejar casi a oscuras la sala, mientras Tasio inicia mutis, recitando:)

Postrimerías del siglo deiecinueve; tierras filipinas del sol y del amor; fondo rizalino en el que palpitan dalagas ingenuas a lo Maria Clara, mozos nobles y viriles a lo Ibarra, que en un gusto de bizarra hidalguía, mueren por su dama o por su patria.

Fervor en las almas; pabellón, español; complot y conjuras, romances y guerra; bello amanecer de un pueblo que nace entre nubes de sangre y heroismo, que al implorar a Dios en las alturas, entre el pliegue místico de su rezo, va para su bandera la rosa de un beso. He ahí el marco de esta aventura...

(Tasio hace mutis, enciendense las luces del procenio, la orquesta preludia brevemente y se alza el telon.)

ACTO PRIMERO

CUADRO PRIMERO

Año 1896, en Filipinas. Sala de una casa rica y acomodada, en una cabecera de provincia cercana a Manila. Hacia la derecha del actor, una puerta amplia que da una azotea llena de tiestos cuajados de rosas. Dos puertas que dan a otras tantas habitaciones hacia la izquierda. En el fondo, amplio arco que da acceso a la caída típica de aquellos tiempos, con salida para el comedor hacia la izquierda, y para la escalera principal, hacia la derecha. En el centro de la sala, pende del techo una lámpara (Araña) de cristal, también de las que estilaban en aquellos tiempos.

ESCENA PRIMERA

Al levantarse el telón, están en escena Capitán Tiago y Chayong, arreglando la sala. Dña. Concha, desde el fondo, dando órdenes a Pericoñ luego, aparece Elías.

CONCHA (desde el fondo, a Perico): Vosotros, empezar a arreglar la mesa del comedor. Cuando pongáis los platos, avisarme. (Mutis de Perico, izquierda. Concha, dirigiéndose a Santiago y Chayong.) Pero no está aún arreglada la sala?

CHAYONG: Está todo, tía. No falta más que colocar los almohadones nuevos en las sillas.

SANTIAGO: Y descolgar de la maseta de las escaleras esos cuadros del Infierno, del Purgatorio y de la Gloria.

CONCHA: Pero es que el padre cura ha dicho que esos cuadros deben estar donde más gente los pueda ver.

SANTIAGO: Sí, pero no en días de fiesta como hoy, que van a venir hasta invitados de Manila.

CONCHA: ¡Ay, Tiago, qué horror para nosotros y qué golpe damos en el pueblo teniendo esta noche por invitados al magistrado D. Prudencio y su familia! Pues, doña Pilar, la esposa, según cuentan, es la que la prepara el adobo, el sinigang, o el paksiw a la esposa del Capitán General, cuando ésta la da por comer platos del país.

SANTIAGO: bueno, mira. Lo que quiero advertirte es que no te olvides de lo que tengo dicho. Cuando hables con esos señores, no chilles y no bañarles la cara. Y procura no estar mucho con ellos, dejándome que yo haga los honores de la casa.

CONCHA: ¿Cómo! Pero si, precisamente, yo quiero intimar mucho con la señora.

SANTIAGO: Déjate de intimidades por ahora, que si no eres capaz de auyentarlosñ y a esta gente hay que saberlos tratar para no perder su aprecio.

ELIAS (aparece desde el fondo. Es un mocetón arrogante y fornido. Viene de ‘barong tagalog’. Es íntimo de la casa y novio de Clara): Buenas noches, Capitán; muy buenas, doña Concha.

SANTIAGO (volviéndose a él): Hola, hijo; pasa, pasa. ¿Y por tu casa?

ELIAS: Todos buenos, y mi madre disponiéndose también a venir, para ayudar en lo que pueda a esta fiesta. Yo me he adelantado para ponerme cuanto antes a sus órdenes en donde haga falta.

SANTIAGO: Pues, llegas muy a tiempo. Anda, descuelga esos cuadros que hay en la meseta de la escalera, y se los das a Marcelo, para que los guarde en la despensa.

ELIAS: Así se hará, Capitán. (Al hacer mutis, se encuentra con Chayong.) Hola, Chayong. (Se saludan.)

CHAYONG: ¡Qué, acabas de llegar? (Lleva los almohadones.)

ELIAS: Ahora mismo, para ayudar en todo lo que haga falta. (Mutis)

SANTIAGO (a Concha): Este Elías es un buen muchacho. Y veo que cada día está más loco por tu hija.

CONCHA: Pues Clara no está menos escalabrinada por él. Pero siempre la he dicho a tu hija que no se precipite, que lo piense muy despacio y, sobre todo, que no se entregue mucho y no suelta prenda; pues, mientras un hombre y una mujer no estén unidos por el cura, la que siempre lleva la de perder es ella y no él.

SANTIAGO: Tienes razón. En cuestión de amores, antes de la boda la que se expone a perder es la mujer, pero ya casados, el que siempre pierde es el hombre.

CHAYONG: Pero Elías es tan bueno y trabajador, y quiere tanto a Clara, que ya de novios o ya de casados, estoy segura que siembre será Clara la que gane la partida.

CONCHA: Elías será todo lo bueno que queráis, pero es hombre, y todo hombre tiene más de demonio que de ángel. Por eso nunca quiero que se queden hablando él y Clara a solas.

SANTIAGO: Pero, mujer, tú comprenderás que unos novios necesitan alguna vez hablar a solas.

CONCHA: Que hablen a solas, pero que no falte alguien que les vigile desde lejos. (A Chayong) Por eso ya sabes que te tengo encargada que nunca dejes a Clara sola con Elías.

CHAYONG: Y siempre lo he cumplido, tía.

ELIAS (Saliendo. A Santiago): Se ha hecho lo que usted me ha mandado. ¿Hay algo más?

CHAYONG: Sí. Tú que tienes gusto, me vas a ayudar a colocar más artísticamente estas sillas.

ELIAS (A Concha): Esta va a ser una fiesta memorable, doña Concha, puesto que nunca se ha dada otra igual, según dicen, desde que se fundó este pueblo.

CONCHA: Es que se trata de festejar la salida del colegio de Clarita. Y además, van a venir invitados de Manila tan distinguidos y tan conspicuos como don Prudencio, el magistrado de la Real Audiencia, y doña Pilar, su señora, con su hijo Eduardo.

ELIAS: Ya se ve que ustedes gozan de una gran influencia no sólo en la provincia, sino también en Manila.

SANTIAGO: Algo de eso hay, hijo, algo de eso.

CONCHA: Pues, Santiago, que se hace tarde. Mientras Chayong y Elías terminan de arreglar la sala, tú y yo vamos a ver cómo se pone la mesa del comedor; porque yo no sé si mandar a que pongan frente a cada comensal tres plaatos, uno sobre otro, o poner solo el platao sopero.

SANTIAGO: Pero mujer, si ya he advertido que pongan dos platos llanos y el plaato sopero encima.

CONCHA: Pero es que así va a resultar muy alto.

SANTIAGO: No. En Malacañang así se estila, y tú no estás muy enterada de estas cosas. (Concha y Santiago hacen mutis mientras siguen discutiendo.)

ESCENA SEGUNDA

(CHAYONG Y ELIAS)

ELIAS (A Chayong, con muestras de impaciencia): Díme: ¿Y Clara?

CHAYONG: No te impacientes, ahora saldrá. Si por eso se me ha ocurrido lo de las sillas, para que podáis hablar aquí a solas.

ELIAS: No me cabe la alegría al pensar que Clara no volverá a encerrarse en el Colegio.

CHAYONG: Creo que te equivocas.

ELIAS: ¿Cómo? ¿Qué quieres decir?

CHAYONG: Que teniendo una novia como Clara, mejor la tenías guardada en el Colegio que fuera. Ya sabes que siempre que ha tomado sus vacaciones, le han salido a montones los pretendientes.

ELIAS: Pero ella a nadie ha hecho caso, porque sabe que nadie como you puede quererla.

CHAYONG: Y porque ella también te quiereñ que si fuera como otras, ¡quién sabe!

ESCENA TERCERA

(DICHOS Y CLARA)

CLARA (Saliendo. Radiante de juventud y de belleza, es la encarnación perfecta de la María Clara del Noli.): ¿Dónde estás?

CHAYONG: Aquí me tienes arreglando con Elías estas sillas, o hacer que arreglamos algo para hablar de ti.

ELIAS: Gracias que al fin te veo, pues hace ya rato que te esperaba.

CHAYONG: Tanto, que yo le estaba calmando sus impaciencias. Cuanto has tardado en salir.

CLARA: Porque he tenido que ponerme este traje nuevo...Y la falta de costumbre...

ELIAS: Claro, se conoce que se ha puesto más guapa que de costumbre, porque ho se espera visitas de Manila.

CHAYONG (A Clara): ¿Ves? Este ya está celoso.

CLARA: Como siempre. Porque éste cela hasta de su sombra.

ELIAS: Y si así no fuera, ¡no te querría!

CHAYONG (A Clara): Bueno, yo os dejo para que arregléis solos ese asutno; porque viéndoos, no sé si me entra rabia o envidia. (Elías y Clara ríen, felices.)

ELIAS: No te vayas, mujer, seguiremos charlando...y arreglando...las sillas.

CHAYONG: No seas hipócrita. Si lo que estás deseando es quedarte a solas con ella. Pero andad con cuidado, no sea que tía Concha os sorprenda. ¡Ya sabéis que a ella no le gusta veros sin compañía!

CLARA: Vigila, y avísanos a tiempo por si viene alguien.

CHAYONG (con picardía): Descuidad. (Haciendo mutis.) ¡No sé por qué he de hacer yo siempre este papel!...


LA REDIMIDA (fragmento)
por Antonio M. Abad


(Antonio M. Abad nació en Barili, Cebú el 10 de mayo de 1894, y cursó estudios en el Colegio-Seminario de Cebú, hoy la Universidad de San Carlos, donde obtuvo el Bachillerato en Periodismo. Fue un dramaturgo prolífico. En 1918, compuso su primer drama, CALVARIO DE UN ALMA; en 1925, LA REDIMIDA; en 1937, SOR SAGRARIO. Sus otras obras teatrales incluyen: LA CICATRIZ (1920), LAS HIJAS DE JUAN (1924); LA REDIMIDA (1925); LOS DESORIENTADOS (1928); LA GLORIA (1930); CUANDO LOS LOBOS VUELVEN CORDEROS (1932); SOR SAGRARIO (1932); DAGOHOY (1939). En 1929, recibió el prestigioso Premio Zóbel con su primera novela LA OVEJA DE NATHAN. Ingresó como miembro de número en la Academia Filipina correspondiente de la RAE en 1938, y en 1939, ganó el primer premio en el Concurso Literario Nacional del Gobierno de la Mancomunidad con su segunda novela, EL CAMPEON. Sirvió como jefe del Departamento de Español de la Universidad de Filipinas entre 1948 y 1958, y en 1960, publicó su tercera novela, LA VIDA SECRETA DE DANIEL ESPAÑA. Falleció el 20 de abril de 1970.)


REPARTO (e intérpretes)

REMY Celia Canseco

CHUCHI Lourdes Aquino

CELIA Carmen Tuason

NENA Rosita Casten

AURELIA Zita José

LEONARDO Miguel Roxas

BOBBY José García Collado

DON ANSELMO Francisco Zamora

DON IGNACIO José F. Vergara

MANOLITO Antonio Fajardo

FERNANDO Ignacio Santos

MOZOS DE RESTORÁN, GENTE DEL PUEBLO, ETC.

Director de Escena: FRANCISCO LIONGSON

Apuntador: MIGUEL RIPOLL

Traspunte: JOSE SUAREZ

La acción en Manila. Epoca actual.

ACTO PRIMERO

Reservado de un restorán de moda. A la derecha del escenario, el reservado principal, que deberá ser el doble en dimensión del de la izquierda. Deberá conocerse claramente que estos reservados son de quita'y'pon, o sea, que pueden suprimirse los tabiques divisorios para que en un cuarto puede ponerse una mesa más grande que la ordinaria, que es sólo para cuatro cubiertos. Pintura discreta con cuadritos y un pequeño espejo colgado de la pared. En el reservado de la derecha, dos puertas al fondo, que corresponden a los dos reservados que se suponen suprimidos. dos perchas a la izquierda de cada puerta. en los dos rincones, ventiladores. Dos lámparas encendidas. A un lado, una o dos mesitas auxiliares. en el centro, una mesa larga como para seis personas. sillas en el reservado de la izquierda, la misma decoración y los mismos muebles, salvo que este reservado es sólo para cuatro personas a lo más. Son las diez y media de la noce. Dentro se oyen de continuo ruidos de platos y el repiqueteo de unos timbres eléctricos, llamando a la servidumbre. Alguna que otra vez, la bocina de un automóvil que pasa corriendo.

Al abrirse el telón, entran en escena BOBBY y CHUCHI. BOBBY es un ´sportsman´rico, joven y libertino. Viste con mucha elegancia. CHUCHI es una chica alegre, que era antes vodevilista, y ahora es actriz de cine. También viste con elegancia.

BOBBY (mirando el reloj): Las diez y media...

CHUCHI: ¿Ya? No pueden tardar.

BOBBY: Debíamos de haber venido a las once.

CHUCHI: ¿Y qué íbamos a hacer en el Tom´s tanto tiempo?

BOBBY: Por lo menos bailaríamos.

CHUCHI: ¡Bah! Ya estaba cansada. Además, aquí por lo menos me ahorro el disgusto de oir las gansadas de Manolito Alcaraz.

BOBBY: ¡Buena la has hecho! Pues has de saber que Manolito vendrá también aquí.

CHUCHI: ¿Manolito? Pero, ¿es que también le ha invitado Leonardo?

BOBBY: Sí. ¿No te lo ha dicho? No somos más que seis: Leonardo y Remy; Manlito y Nena; tú y yo.

CHUCHI: ¿Nena también? ¡Ay! Y no puedo sufrir a esa mujer. Desde que Manolito le compró un Essex, ya no mira a la gente. ¡Como si yo no la hubiera conocido pobre, mucho más pobre que yo! Y ahora se gasta unos humos...

BOBBY: Mujer, eso es muy humano. Los nuevos ricos suelen siempre ser más insufrables que los que lo fueron toda su vida.

CHUCHI: ¿Y dices que Leonardo nos ha invitado porque Remy...?

BOBBY: Sí, porque esta noche Remy se viene con él.

CHUCHI: ¿Y es verdad que Remy va a dejar plantado a Don Ignacio?

BOBBY: Lo ha dejado ya. Desde esta noche, Remy sólo pertenecerá a Leonardo.

CHUCHI: Me parece que no debimos de haber aceptado esta invitación.

BOBBY: ¿Por qué?

CHUCHI: Ya tú sabes que Don Ignacio no es hombre que se deja escamotear así como así sus cosas.

BOBBY: Ya. Se las hace pagar muy caras antes de soltarlas.

CHUCHI: Tú los has dicho. Y me temo que quedemos complicados en un enrojoso lío.

BOBBY: No seas boba, mujer. A nosotros, ¿qué nos va ni qué nos viene en este asunto? Hemos sido invitados a una cena para celebrar el triunfo alcanzado por Leonardo, quitándole de la boca del carcamal de Don Ignacio un bocado tan exquisito como Remy. ¿Qué nos importa de Don Ignacio ni del barrenchín que le va a dar cuando vea que el pájaro ya no está en la jaula?

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