martes, octubre 05, 2010

¿Cómo describió Rizal a Padre Dámaso?


Foto cortesía de phpbb

Siempre que alcance el nombre infamoso del Padre Dámaso Verdolangas, está en la memoria la imagen de un fraile gordo, con poco pelo, y con una voz aterrador. Obviamente, esto es la idea que Carlos Celdrán y sus cohortes tienen sobre el dicho carácter en la novela Noli Me Tangere de José Rizal.

¿Pero así es? ¿Cómo describió Rizal a su villano fraile?

Por el contrario, el otro, que era un franciscano, hablaba mucho y gesticulaba más. A pesar de que sus cabellos empezaban a encanecer, parecía conservarse bien su robusta naturaleza. Sus correctas facciones, su mirada poco tranquilizadora, sus anchas quijadas y hercúleas formas le daban el aspecto de un patricio romano disfrazado, y sin quererlo, os acordareis de uno de aquellos tres monjes de que habla Heine en sus Dioses en el destierro, que por el Equinoccio de Septiembre, allá en Tyrol, pasaban a media noche en barca un lago, y cada vez depositaban en la mano del pobre barquero una moneda de plata, como el hielo fría, que le dejaba lleno de espanto. Sin embargo, Fr. Dámaso no era misterioso como aquellos; era alegre y si el timbre de su voz era brusco como el de un hombre que jamás se ha mordido la lengua, que cree santo e inmejorable cuanto dice, su risa alegre y franca borraba esta desagradable impresión, y hasta se veía uno obligado a perdonarle el enseñar en la sala unos pies sin calcetines y unas piernas velludas que harían la fortuna de un Mendieta en las ferias de Quiapò.
Capítulo 1: Una Reunión


A veces, las traducciones pueden ser muy estúpidas, tan estúpida como las mentes de Celdrán y sus seguidores ciegos. Nuestra falsa imagen del Padre Dámaso debe existir solamente en la imagen del cuerpo desequilibrado de Celdrán.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad, todos esos frailazos fueron culpables del alzamiento de los tagalos. ¿Cuantos filipinos mestizos no tienen un fraile en su árbol genealógico? Benigno Aquino, Imelda Marcos y un largo etcétera. Cuando Gran Bretaña perdió a los Estados Unidos rectificó con las colonias que le quedaban. Otro gallo nos hubiera cantado a españoles y filipinos si la política seguida en el Archipiélago hubiera cambiado tras la pérdida de las colonias americanas.

Anónimo dijo...

Contribución de la Iglesia al mestizaje (en Filipinas)

Del árbol genealógico de José Rizal colgaba un fraile, como en el de Benigno Aquino, el esposo asesinado de Cory, en el de su antigua amante y luego presidenta consorte de Filipinas Imelda Marcos y en tantos otros ejemplos de parejas representativas en el mundo de la política. El Reverendísimo Padre dominico Leoncio López, párroco de Calamba, era el antepasado de Rizal, músico, poeta y liberal. El clima, la sangre ardiente en el trópico, la soledad, la belleza y discreción de las filipinas cambiaron el modo de vida de buen número de frailes españoles. Cuando en plena guerra el teniente francés Mostch llega a una aldea perdida y pregunta a un rapaz por la dirección le señala la iglesia. «Mi padre es el cura». El bisabuelo de la que fue la primera dama, Imelda Marcos, la de los miles de pares de zapatos, eran un franciscano de Granada. El Padre Francisco López contaba con 42 años cuando llegó a Filipinas. Era lector apasionado y disfrutaba con la fabricación de cucharas de plata en las que escribía las iniciales «F de L.» Al nacer, cada uno de sus siete hijos recibió una cucharilla de plata donde figuraba esta inscripción.

Los hijos bastardos de los frailes nacían en cuna de oro, la sangre española, la legitimación del castila. El Gobernador General estaba en Manila (muy lejos), el Rey de España en Madrid (mucho más lejos) y Dios en el cielo (más lejos que ninguno). El fraile era la primera autoridad moral, política y civil en la aldea. Y el maestro. Solo se predicaba en castellano en Manila. «Los curas -según Jagor- no desean que se propague el español para conservar incólume su influencia.»

Fueron pocos los europeos que se establecieron en el Archipiélago antes del siglo XIX. El grueso de la emigración iba a América. De ahí el escaso número de mestizos comparado con las Repúblicas del Nuevo Continente. Pero aquellos santísimos varones hicieron lo que pudieron y sacrificaron sus votos de castidad y la salvación de sus almas para perpetuar la sangre española en aquellas remotas tierras. De ahí debe de venir el refrán que dice «nunca digas de este agua no beberé o este cura no es mi padre».

El primer ejercicio de lectura es un libro devoto cualquiera, después la doctrina cristiana. Un misionero decía en una película de Rita Haywort, desde una isla del Pacífico: «El clima tropical conspira contra la moral y las buenas costumbres». Los jóvenes españoles recién salidos del seminario eran en alto grado tímidos, ignorantes y a veces desprovistos de educación, llenos de tenebrosas ideas. Poco a poco se iban puliendo. La consideración de que gozaban, las rentas que percibían y disfrutaban les hicieron benévolos. Era el pastor de almas. El representante del Gobierno, el oráculo de los indios, su consejero.

Si hoy en la Iglesia Católica son tristemente conocidos los casos de homosexualidad o de pederastia, debido a que en los seminarios entran algunas personas con graves problemas sexuales que creen, erróneamente, que la sexualidad se puede borrar con un voto, en aquella época la situación era distinta. Muchos jóvenes entraban en el seminario no por vocación o por sufrir de carencias sexuales. Lo hacían porque en una sociedad mayoritariamente agraria y oligárquica, la única forma de ascender socialmente para los hijos de familias campesinas o del proletariado urbano, era entrar en la Iglesia o en el Ejército. Esas personas de sexualidad normal, cuando se veían lejos de la vigilancia de sus superiores, ablandados por el Trópico y crecidos por el poder de que disfrutaban, no desaprovechaban la ocasión para dar a las indígenas clases particulares de moral católica.

En Filipinas, que se separó de la metrópli hace 112 años, es todavía fácil seguir el árbol genealógico de muchos tagalos y encontrar en él a tan santos varones. ¿Y en América? ¿Y en México? ¿Cuantos descendientes de curas, frailes, obispos, canónigos y demás santa grey vivirán totalmente ignorantes de tan sagrada ascendencia?

Anónimo dijo...

Contribución de la Iglesia al mestizaje (en Filipinas)

Del árbol genealógico de José Rizal colgaba un fraile, como en el de Benigno Aquino, el esposo asesinado de Cory, en el de su antigua amante y luego presidenta consorte de Filipinas Imelda Marcos y en tantos otros ejemplos de parejas representativas en el mundo de la política. El Reverendísimo Padre dominico Leoncio López, párroco de Calamba, era el antepasado de Rizal, músico, poeta y liberal. El clima, la sangre ardiente en el trópico, la soledad, la belleza y discreción de las filipinas cambiaron el modo de vida de buen número de frailes españoles. Cuando en plena guerra el teniente francés Mostch llega a una aldea perdida y pregunta a un rapaz por la dirección le señala la iglesia. «Mi padre es el cura». El bisabuelo de la que fue la primera dama, Imelda Marcos, la de los miles de pares de zapatos, eran un franciscano de Granada. El Padre Francisco López contaba con 42 años cuando llegó a Filipinas. Era lector apasionado y disfrutaba con la fabricación de cucharas de plata en las que escribía las iniciales «F de L.» Al nacer, cada uno de sus siete hijos recibió una cucharilla de plata donde figuraba esta inscripción.

Anónimo dijo...

(2)

Los hijos bastardos de los frailes nacían en cuna de oro, la sangre española, la legitimación del castila. El Gobernador General estaba en Manila (muy lejos), el Rey de España en Madrid (mucho más lejos) y Dios en el cielo (más lejos que ninguno). El fraile era la primera autoridad moral, política y civil en la aldea. Y el maestro. Solo se predicaba en castellano en Manila. «Los curas -según Jagor- no desean que se propague el español para conservar incólume su influencia.»

Fueron pocos los europeos que se establecieron en el Archipiélago antes del siglo XIX. El grueso de la emigración iba a América. De ahí el escaso número de mestizos comparado con las Repúblicas del Nuevo Continente. Pero aquellos santísimos varones hicieron lo que pudieron y sacrificaron sus votos de castidad y la salvación de sus almas para perpetuar la sangre española en aquellas remotas tierras. De ahí debe de venir el refrán que dice «nunca digas de este agua no beberé o este cura no es mi padre».

Anónimo dijo...

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El primer ejercicio de lectura es un libro devoto cualquiera, después la doctrina cristiana. Un misionero decía en una película de Rita Haywort, desde una isla del Pacífico: «El clima tropical conspira contra la moral y las buenas costumbres». Los jóvenes españoles recién salidos del seminario eran en alto grado tímidos, ignorantes y a veces desprovistos de educación, llenos de tenebrosas ideas. Poco a poco se iban puliendo. La consideración de que gozaban, las rentas que percibían y disfrutaban les hicieron benévolos. Era el pastor de almas. El representante del Gobierno, el oráculo de los indios, su consejero.

Si hoy en la Iglesia Católica son tristemente conocidos los casos de homosexualidad o de pederastia, debido a que en los seminarios entran algunas personas con graves problemas sexuales que creen, erróneamente, que la sexualidad se puede borrar con un voto, en aquella época la situación era distinta. Muchos jóvenes entraban en el seminario no por vocación o por sufrir de carencias sexuales. Lo hacían porque en una sociedad mayoritariamente agraria y oligárquica, la única forma de ascender socialmente para los hijos de familias campesinas o del proletariado urbano, era entrar en la Iglesia o en el Ejército. Esas personas de sexualidad normal, cuando se veían lejos de la vigilancia de sus superiores, ablandados por el Trópico y crecidos por el poder de que disfrutaban, no desaprovechaban la ocasión para dar a las indígenas clases particulares de moral católica.

En Filipinas, que se separó de la metrópli hace 112 años, es todavía fácil seguir el árbol genealógico de muchos tagalos y encontrar en él a tan santos varones. ¿Y en América? ¿Y en México? ¿Cuantos descendientes de curas, frailes, obispos, canónigos y demás santa grey vivirán totalmente ignorantes de tan sagrada ascendencia?