domingo, agosto 22, 2010

Carta de Marcelo H. del Pilar a su sobrina, Josefa Gatmaitán



Barcelona, a 13 de Mzo., 1889

Srtª Josefa Gatmaitán.

Mi querida sobrina: Los azares de la vida que la Providencia plugo concederme en sus inescrutables designios, me han obligado a abandonar ese hermoso suelo donde dejo pedazos del corazón. No he podido despedirme de las personas de mi aprecio, porque me faltó tiempo; y voy a reparar esa falta, dirigiéndome, por conducto tuyo, mi humilde voz a la juventud femenina de Bulacán, bien convencido de que vosotras sois las llamadas a regenerar nuestro pueblo, porque no hay que dudarlo: por su influencia en la familia, hija o hermana, esposa o madre, la mujer no es solamente el bálsamo consolador de los rigores de la vida; es más bien el elemento que insensiblemente conduce a los hombres por el camino de la virtud o por la senda de la perversidad y de la cobardía.

En cuantos países tengo visitados hasta ahora, pruebas elocuentes he hallado de que donde la mujer es virtuosa, es tímido el vicio y la dignidad predomina en las costumbres populares; pero donde reina la frivolidad mujeril, el hombre hace galade la inmoralidad, siendo moneda corriente el olvido o desprecio de los más sagrados deberes.

Deber vuestro es perfeccionar vuestra inteligencia por medio de la instrucción; debéis también proporcionar a vuestros semejantes los conocimientos que poseáis y de que hubiesen menester, porque no olvidéis, queridisimas jóvenes; una inteligencia sin instrucción es como un faro sin luz, lejos de guiar al navegante. facilitará su naufragio.

El conocimiento del castellano ofrece provechosas lecturas, que consolidarán vuestra instrucción; así debéis trabajar con interés, para que se difunda entre las mujeres, así solteras como casadas, el estudio del idioma español.

Es estudio del castellano no es lujo para que se excusen pobres y casadas, no es una cosa inútil para que el pensamiento se sacrifique a un chiste o una de esas ocurrencias graciosas tan peculiares y frecuentes en labios bulaqueños.

Los jóvenes de hoy, solteras y casadas, serán madres mañana; y deben atesorar conocimientos no sólo para sí, sino también para evitar que la posteridad tenga derecho de maldecir su pasado. La cosa bien merece que por ella se sacrifiquen algunas horas de "panguingue" u otros pasatiempos.

Por eso, desde esta lejana región os exhorto, a través de los mares, y con la mayor efusión de mi alma os pido un poco de amor para ese pueblo que, en medio de su infelicidad nos supo dar todo, supo proteger nuestra cuna, deleitar nuestra niñez y en la edad de la razón y de las amarguras, nos conserva las venerandas reliquias de nuestros santos recuerdos. ¡Amadlo, queridísimas jóvenes, contribuid a su ventura, no lo miréis con la sonrisa de la indiferencia! Aprended, instruios, fomentad el deseo de estudiar, y habréis cumplido con vuestra misión en la tierra. Animaos unas a otras a levantar con vuestras preciosas manos la honra y prestigio de Bulacán; influid repito, para que ellos secunden este propósito, acometan empresas para fomentar la instrucción. Decidles que cada inteligencia que se instruya, vale más que todos los templos del universo habidos y por haber: porque una inteligencia instruida es el santuario, donde más se deja ver la bondad y la magnificencia de su Creador.

M.H. DEL PILAR

1 comentario:

jlg dijo...

que bonita forma de escribir y qué prosa mas elegante.
Realmente emocionante leer que los Filipinos de antaño escribían españo tan bien y con tanto estilo.
Realmente triste que ese tesoro haya desaparecido en el tunel del tiempo y de la imcomprensión.