Este bello poema patriótico, escrito por el Príncipe de los Poetas Filipinos en español, Fernando Mª Guerrero (1873-1929), fue publicado en la primera edición del periódico revolucionario La Independencia en 3 de septiembre de 1898. Guerrero, que fue también el Poeta de la Revolución Filipina contra los yanquís, era uno de los escritores del dicho periódico que fue editado por el famoso General Antonio Luna. Mi Patria es considerado como uno de los mejores poemas de Guerrero. Sus versos exaltan la belleza física y espiritual de Filipinas.
MI PATRIA
Fernando Mª Guerrero
I Filipinas es un nido
formado de hermosas flores;
es un idilio de amores
sobre un mar embravecido;
es el delirio querido
que mi cerebro obsesiona;
es la impávida matrona
que, heredera de titanes,
tiene por solio volcanes
y centellas por corona.
II Filipinas es la maga
cuyos oráculos santos
calman los lloros y espantos
del corazón que naufraga;
es vino cordial que embriaga
con su ardor la fantasía;
es hechizo que extasía,
y es, en fin, eterna palma
que un henchido de calma
con sus lágrimas rocía.
III Mi tierra es noble y hermosa,
porque es su asiento el Oriente;
tiene estrellas en su frente
y en sus labios miel de rosa.
Cuando sonríe amorosa
la aurora le da sus rayos;
mas si padece desmayos
porque la hieren abrojos
brotan tristes de sus ojos
los crepúsculos malayos.
IV Frente a lujosa floresta
donde un río se destaca,
recostada en una hamaca
duerme el sopor de la siesta.
Las auras forman su orquesta,
un palio azul la sombrea,
y cuando la noche ondea
su obscuro y tupido manto,
hirviente arrullo de llanto
por sus mejillas serpea.
V Mi tierra es hada divina
que a mil caprichos se entrega:
suspira, retoza y juega
bajo la onda cristalina:
rompe el tul de la neblina
que arropa selvas de cañas,
y al trepar a las montañas
rojas al sol de la tarde,
bendice la lumbre que arde
en las pajizas cabañas.
VI Mi tierra noble y bendita
no cría en sus bosques fieras,
sino palomas ligeras
y flores de sampaguita.
Quien sus rincones visita
halla sombra hospitalaria:
¡aquí se abraza hasta al paria,
porque mi encantado suelo
es un pedazo de cielo
puesto en la mar solitaria!
VII Aquí son las alboradas
una ignición de rubíes;
aquí son nuestras huríes
tan tiernas y apasionadas
que funden con sus miradas
hasta las almas de hielo,
que dan, en un beso, el cielo
y que, con la fe de un niño,
fían a nuestro cariño
su corazón, sin recelo.
VIII ¡Oh, tierra de mis amores,
santa madre de mi vida,
que vertiste, en mi alma herida
el aroma de tus flores!
Llora, si tienes dolores,
si sueñas ser grande, espera;
pero te juro que fuera
para mí suerte afrentosa
ver nacidas en mi fosa
hierbas de savia extranjera.
1 comentario:
Buenos días y saludos desde Grecia. ¡Enhorabuena por tu blog!
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