lunes, abril 18, 2016

Anzuelo poético

Siempre he querido a mis criaturas a convertirse en hispanohablantes fluidos, un sueño prácticamente imposible teniendo en cuenta la situación lingüística en Filipinas. A pesar de mis esfuerzos para enseñarles la lengua española, todavía no pueden hablarla debido a nuestro ambiente. Nuestros vecinos y sus condiscípulos en su escuela no la hablan. Mi hija mayor puede hablarla bastante bien, pero sólo conmigo. No quiere hablarla en público, sea tímida. Mis hijos saben muchas palabras españolas como tales las partes del cuerpo, los muebles, las partes de la casa, etc., pero el problema es como hablar con fluidez y con confianza.

Un amigo español me dijo que es un éxito. Tal vez sólo estaba tratando de animarme más porque sé que no es bastante. Pero, al menos, es un comienzo.

Hace dos semanas, mi familia viajó a Abra de Ilog, Mindoro Occidental que es el pueblo natal de mi mujer Yeyette para unos días de vacación (y para ayudar a curar mi síndrome de dolor regional complejo). Esa bucólico pueblo tagalo en la isla de Mindoro es mi lugar favorito en el mundo debido a su entorno lleno de naturaleza (sí, soy un amante de la naturaleza). De por sí, es muy propicio para la lectura y otras actividades artísticas. Y para entretener a mi mente, he traído conmigo una edición facsímil del libro Cantos A España (Poemas y Poesías) por el poeta ilonga Flavio Zaragoza. Se le ha dado a mí por el destacado historiador Guillermo Gómez Rivera el año pasado. Esa colección de versos fue publicada por Lix Publishing Company en Estanzuela, Iloílo el 1936.

Flavio Zaragoza Cano nació en Cabatuán, Iloílo, el año 1892. Durante su vida, era un abogado, periodista, y poeta de lengua española y visaya (fue laureado príncipe de la poesía visaya). Por su poema "Las Rimas" le fue concedido el Premio Zóbel en 1929. Era también un delegado de la Academia Filipina, correspondiente de la Academia Española de la lengua.

Fue Zaragoza que instruyó un joven Guillermo Gómez cómo escribir versos visayos (hiligaynón).

Despues de asistir la Misa (Novus Ordo Missæ) en la iglesia de San Rafaél Arcángel allí en Abra de Ilog, pasamos una mañana relajante en el balcón de la Casa Atienza, la casa ancestral de Yeyette; la hermosa cordillera del Monte Abra de Ilog se encuentra en frente del balcón y recuerdo haber pasado tantas horas allí sin hacer nada más que alimentar mis ojos con su belleza. Me pareció que era el momento perfecto para leer los versos de Zaragoza cuando esperásemos para el almuerzo. Pero era una mañana de verano muy caliente, asi que mis hijos y yo le suplicamos a Yeyette para comprarnos una botella grande de refresco. Obligó a ella a hacerlo, y la animamos.

Y luego pensé en una idea: les dije a Krystal, Mómay, Jefe, y Juanito que les daré vasos de refresco sólo si ellos estuvieran de acuerdo que van a leer algunos versos de Zaragoza.

Verso antes de refrescos. O nunca. Naturalmente, no tienen otra opción.

Krystal con Junífera Clarita.

Mómay lee partes del poema "Mi Tesoro".

Ahora es el turno de Jefe. Unirse a nosotros para escuchar es un primo de Yeyette, John-John Atienza (parte oculta, a mi derecha). Le dije a unirse en la lectura; tímidamente se negó.

Krystal ayuda a Juanito. Haga clic aquí para ver los otras fotos de esa mañana bonita.

La brisa de las montañas de Abra de Ilog estaban sobre nosotros mientras que la maravillosa anzuelo poético estaba en curso. Sí, es un comienzo.

Aquí son los dos poemas de Zaragoza que mis descendientes han leído:



ALEGORÍA

       La blanca paloma de los Pirineos
Llevaba en su pico, cual joyas divinas,
Por épicos lauros y magnos trofeos,
Las flores hermosas de las Filipinas.

       La Furia del Norte que en sus merodeos
Buscaba en Oriente conquistas marinas,
Tenía —al impulso de cruelos deseos—
Al golpe dispuestas las garras felinas.

       Oyóse el tronido de los cañonazos,
Hundieron las naves fatídicos brazos
Y el mar de Cavite tiñóse de rojo.

       Mas, bajo el azote de fieros zarpazos,
¡Quedaron intactos los sagrados lazos
Que unían las Almas de Luna y Montojo...!

Dumangas, Iloílo 1923.



MI TESORO

                                           El idioma español es un
                                             tesoro espiritual.

       Yo conservo una caja de caudales
Repleta de zafiros y diamantes,
Joyas raras de exóticos metales
Que despiden reflejos fulgurantes...

       Son selectos tesoros inmortales
Con que se ornan los sabios hierofantes;
Rubíes para pomo puñales
Y perlas para vírgenes amantes!

       En mis noches de duelo y de pobreza
cuando me abruma la escasez del oro,
Vuelco al suelo mágica riqueza;

       Y el verbo hispano, fúlgido y sonoro,
¡Me alegra con su  ritmo de grandeza
Que para un vate es el mejor tesoro...!

La Paz, Julio 25, 1928.